Se dice que la permanencia está asegurada para el Albacete Balompié; quedará un consuelo exiguo, la temporada que viene volveremos a ver fútbol del llamado "profesional", si bien no será en la máxima división sino en la que se suele llamar, de manera bastante eufemística, por cierto, la "categoría de plata". En fin, para gustos y para nombres, colores. Respiramos con alivio al comprobar que no retrocederemos en el túnel del tiempo a los “años de tierra”, que culminaron con aquellas dos gloriosas temporadas, a saber, la 89-90 y la 90-91, cuando el cohete de don Benito nos transportó al sueño. Fuimos nuevos ricos en su tiempo, luego adquirimos un humilde, más que digno, pedigrí, y ahora somos de esos equipos al que, si no el común de los mortales, sí el aficionado medio, conoce como uno de los "potentes" de Segunda, siempre con opciones de mirar algo más arriba. En la opinión de algunos incorregibles, quedará la esperanza de considerarnos "equipo de primera", porque en infraestructura y población no desentonaríamos de muchos otros.
Al terminar el partido del pasado sábado en Almería, con un resultado favorable que nos deja a salvo de cualquier contingencia, salvo catástrofe siempre hay que indicar, cabe imaginar que el "uf" de alivio recorrió todas las esferas del Albacete Balompié. Quizá Contreras se despertaba por la noche con la angustia de verse con el sambenito de presidente "descensor"; quién sabe si a Antonio López ya no se le recordaría como el goleador gladiador; aún tengo en la memoria la pancarta que le confeccionó un buen amigo, en mejores días: “Antonio is magic” rezaba. La grada le llegó a cantar “Antonio selección”, pero un mundo tan ingrato, tan cruelmente justo al tiempo como es el del fútbol empañaría tan brillante pasado con manchas como Fabiano, Olivera o Raúl Molina, por no citar más que unos cuantos despropósitos de la última época. Tampoco Ferrando andaría muy tranquilo; si apuntar en un currículum la temporada que lleva no es para lanzar cohetes, conducir la nave al pozo de la Segunda B le habría supuesto un revolcón más que notable en su caché de técnico todavía joven pero llamado a metas mayores, según la clac mediática que todavía le adula.
¿Ferrando o no Ferrando? That is the question. Y si no que se lo pregunten a los de la Curva Rommel. El último partido en casa tuvieron la ocurrencia de sacar una pancarta que ponía "Ferrando dimisión". Ni se acordaron de su familia, ni profirieron insultos xenófobos ni racistas, ni incitaron a la violencia. Pidieron su dimisión. Y punto. Pero ya se sabe que en las alturas del palco, las pancartas huelen a cuerno quemado; en consecuencia, se lió la de Cristo. Doña Sandra Jiménez, a la sazón directora general del “Ente”, se [.....]
Dice doña Sandra que no era el momento de criticar al entrenador. Era el Día de las Peñas y ella se había volcado en todas las iniciativas, léase concentración en la fuente y “marcha blanca” hacia el Estadio. Allá que se fue la animosa directora general, se enfundó su camiseta y guió a las huestes peñistas hasta la misma puerta del Gol Sur. Prometiéndoles, eso sí, que si se portaban bien, animaban mucho y no comían demasiadas pipas -costumbre que, en determinados foros, se considera cercana al delito de lesa patria, dicho sea de paso- , cuando las aguas volvieran a su cauce, esto es, conseguido el "objetivo de la permanencia", el club tendría a bien invitar a las peñas a comer. Bien entendido, como especificó doña Sandra con posterioridad, que las peñas tendrían que hacer un examen previo de conciencia para ver si merecían tal honor, y, en caso afirmativo, gozarían de vía libre para confraternizar con el resto. Ante lo cual, parece que la Curva Rommel dijo que se desmarcaba de la iniciativa prevista para el próximo domingo y parece que dijo aquello de "Sandra, aparta de mí este arroz caldoso” (perdón por la irreverencia).