Área Pequeña

Rafael Candel Jiménez y Ubaldo González GarroteYa han pasado los rayos, los truenos, las trompetas del Apocalipsis, el milenarismo ya llegó, se fue Contreras y llegó González Garrote (también conocido por Su Ilustrísima, o señor Ubaldo), con ocasión de los juegos florales (perdón, la Junta de Accionistas) a la que tuve el honor de asistir el pasado domingo. Lo del honor lo digo por la compañía que tuve, las más altas instancias de este bendito carlosbelmonte.com, no por el acto en sí, que no tuvo más de bueno que un nostálgico montaje de cuando la mayoría de nosotros éramos imberbes, si no tiernos infantes, y todavía financiábamos la entrada al estadio vía sisa o paga semanal; para entendernos, de cuando cuatro bolsas de pipas, con colmo, salían por veinte duros.

Que dicen que cuando entra uno a un puesto de responsabilidad hay que dejarlo tranquilo cien días; por mi parte, los tienen, a pesar de rumores, contra viento y marea, con los dimes y diretes en circulación desde el mismo momento que Ubaldo ganó a Candel (y a Pepito Grillo). Hemos sufrido cinco años de gobierno contrerino, de oír una sarta de estupideces tras otra, ahora no me voy a estremecer durante tres meses; o, como estamos contando el tiempo desde los parámetros del balompié, no alzaré mi voz contra el ubaldismo hasta que concluya la presente temporada.

Del “mandato de las luces” quedan [.....]

[.....]  más trampas que en una película de chinos. El Consejo de Contreras ocultó la realidad del préstamo y del embargo; las cantidades de la televisión se encuentran retenidas por Hacienda, con ultimátum incluido, a la vez que se estanca el dichoso préstamo de CCM y no tiene visos de solución hasta pasadas las elecciones. Ubaldo responde con un órdago: adelantar la campaña de abonos, que pudiera convertirse a las primeras de cambio en un plebiscito de amor a los colores, si bien podría dar al traste con la prometida ampliación de capital controlada. A las malas, el descalabro financiero no podría resolverse más que con una nueva Junta Extraordinaria, y no precisamente en los términos que propugnaba la candidatura de Bandera Blanca, hoy Consejo de Ubaldo, con Galiacho en la sombra.

Que la marcha de Contreras sea enhorabuena; a los nuevos hay que exigirles trabajo, y desearles mucha suerte. Su objetivo no puede ser otro que volver a ilusionar a una ciudad, que sienta de nuevo cuál es su equipo y su himno; seis, siete, ocho mil abonados, sin culpas ni reproches; como se pueda, con más o con menos, pero con orgullo y dignidad, aunque resulte una lástima haber perdido tanto tiempo y que Cámara y Kike queden en la reserva forzosa. Hay que levantar la cabeza y luchar, nos conformamos con poco.