Miserias

Alba y Arroyo empataron a un tanto en un pésimo encuentro, aburrido y marcado por las imprecisiones. Se adelantó el Alba con gol de Castillo en propia meta. Los extremeños empataron por medio de Carlitos. El Alba suma un punto tras dos jornadas y deja una impresión paupérrima en el debut ante su parroquia en el Belmonte. 

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Unos minutos. Julio Soria entro por Candela en la segunda mitad. 

 

 

El once comentado 

 Lledó, casi inédito. Rocha hizo lo suyo y además ayudó. Noguerol y Castillo, vaya nochecita!!. Zurdo de más a menos, buena primera mitad.  Núñez, se vio superado. Candela nunca encontró el sitio ni el toque. Adriá incordió por su banda. Tete algo menos por la suya. Curto y Calle, inoperantes. En cuanto a las sustituciones, Martins lo corrió todo. Infructuosamente. Raúl Ruíz y Julio Soria entraron cuando el pescao estaba ya vendido: a los leones.

 

Al ralentí 

 Comenzaba el partido como despacio, a cámara lenta. Parecía que el Alba dominaba pero los visitantes estaban cómodos. Cuando la tímida presión en la salida de los visitantes desaparecía, desgraciadamente con mucha frecuencia, Abel Buades y Lolo, andando, se bastaban para circular por el centro y buscar la frontal de Lledó. O intentarlo, porque los visitantes no pisaron el área contraria en toda la primera mitad. Resultado: patadones y aburrimiento.

 La banda izquierda era lo mejor de un Alba cortocircuitado por la ausencia de Rocha de la medular, donde Núñez y Candela (ambos muy retrasados) no tuvieron criterio ni por supuesto llegada o presencia en zona de ataque: agujero negro delante de Curto y Calle, que no existieron.  Fruto de una falta a Zurdo en una de las internadas y de un error, no podía ser de otra forma, llegó el gol del Alba: Rocha sirve un buen balón con rosca desde la izquierda y Castillo, ante la presencia de Calle, cabecea la pelota alojándola en su portería. 

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 Iba a ser el único remate entre los tres palos del partido para los locales: así de triste. Lejos de apretar para buscar más renta el encuentro siguió cansino, feo, sin profundidad, con balones frontales fáciles para las defensas. 

 

 Todavía peor.

 La reanudación fue, si cabe, peor que la primera. Errores de todos los colores (Castillo, Saavedra, Noguerol, Rocha....), interrupciones, juego sin ritmo y balones frontales. Y ya de hilvanar dos pases seguidos no hablamos. El empate llegó en la madre de todos los errores: Saavedra se hace con un balón servido desde la esquina. Nadie lo obstaculiza y lanza un saque de 70 metros. El pelotazo y su bote sorprenden a Noguerol, que estaba como último hombre!!!, y Carlitos aprovecha para batir a Lledó y amarrar un punto para su equipo. Por cierto, que también fue el único tiro de los visitantes entre palos.

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 Desesperante

 Todo lo que logró construir el Alba como respuesta al tanto visitante en los veintitantos minutos de juego que restaban fue un disparo de Rocha desde 40 metros que tumbó la botella de agua que Saavedra guardaba junto a su poste derecho y el impresionante (y estéril) derroche físico de Martins Después, fueron incomprensiblemente incapaces hasta de meter balones frontales al área visitante, lo que por otra parte habían estado haciendo todo el santo partido. Hasta qué punto no sería alarmante la inoperancia blanca, con el consiguiente mosqueo de la parroquia, que si alguien estuvo más cerca de desnivelar el encuentro a su favor ese fue el Arroyo.

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Miniresumen 

 Partido horrible, en todos los aspectos, lleno de errores e imprecisiones hasta el punto de ser indigno de la categoría. El Alba, fatal. El Arroyo, igual. El resultado justo porque ninguno hizo méritos para nada. 

 

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El del pito y sus amigos 

 Dirigió el encuentro Alberto Salazar López De La Oliva, marqués del pito en ristre. Pues fijaos, en un partido absolutamente infumable estoy por decir que lo hizo hasta bien... si no fuese por los dos inútiles con las banderitas, en especial del de marcador, por los que se hace acompañar. Francisco José Agulló Miralles y Ignacio Rubén Iannopollo, se llaman los colegas. Bien, pues el pollo éste no acertó ni una, el pobrecico. Digo yo que si no tendremos aquí asistentes lo suficientemente malos como para tener que importarlos de sudamérica.  Me voy a permitir un consejo para Alberto: cambia de auxiliares, tío. Pero ya!!