Mismos errores, otra derrota.

Jugaba con ventaja. JIM apostaba sobre seguro al vacilar sobre la alineación que dispondría en el Ciutat de Valencia. Quien más, quien menos, hacía sus cábalas con Mainz, Verza, Ibón.... y hasta con Tarantino. Nada. La revolución en Valencia fue tal que acabó por olvidarse incluso de lo que pretendía. Y eso que las cosas se pusieron de cara, pero un cúmulo de despropósitos (los propios los más relevantes) acabaron por derrotarnos dando, además, una imagen bastante pobre ante un equipo, el Levante, no exento de dudas y problemas que se limitó a aprovechar la coyuntura.

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Mainz trata de despejar en presencia de un contrario. Imagen: El día de Albacete.

También era consciente JIM de que si las cosas no salían bien iba a recibir más palos que una estera. Es natural, visto lo visto. ¿Qué pretendía el mister? Lo único que se me antoja posible es que quisiera ceder el balón al Levante y apostar por especular a la espera de una contra o un destello de Costa. Ya hemos visto que las pasamos canutas sin tener la pelota, pero enésimo intento. Para ello, colocó a Mainz junto a Trotta en el eje de la defensa. Peña desapareció del lateral izquierdo, donde formaba Tarantino, para adelantar su posición al centro del campo. Kitoko delante de la defensa y Xavi en la derecha eran un par de notas de cordura en el experimento que se completaba con la inexplicable vuelta de Begoña al doble pivote junto con Verza.

Pues, mira, la cosa parecía no andar del todo mal: como es habitual el Alba, aunque sin excesiva pegada, se imponia claramente en los inicios con Verza algo más entonado que en actuaciones anteriores. El tran - tran al que se jugaba era suficiente para, al menos, vivir tranquilos. Antes del cuarto de hora habíamos vuelto a enseñar al rival que somos la ineficacia personalizada a balón parado: hasta creo que vi reirse a los zagueros granotas en alguna ocasión.

levante-alba-2008-2009-02.jpgEn estas circunstancias Verza fue capaz de rematar en escorzo muy pegado al palo izquierdo de Mora un servicio atrás de Kike tras ganar la línea de fondo, momento que recoge la imagen. Estábamos por delante, plantados para capear el temporal y con un equipo enfrente al que habíamos noqueado con un simple gabirote. Pero al Alba no le cuesta delantarse, no le cuesta imponerse en los compases iniciales. Lo que no sabemos hacer es marcar los tiempos del partido ni yendo por delante. Bastó la inercia normal del juego para que nos entrase la descomposición. Y eso que el mismo Verza marró alguna otra opción clara. Incomprensible: primer regalo para Geijo, que remata a placer tras servicio de esquina y varios rechaces defensivos que no consiguen alejar el balón del área. Vuelta a empezar.

levante-alba-2008-2009-03.jpgEl Levante también es un equipo flojo. Endeble hasta el punto que tuvo que apoyarse en mi amiguete Gardeazábal para no irse al vestuario de nuevo en desventaja. Costa anotó el 1-2 en su única aparición de la tarde pero Pocoyó lo invalidó por un fuera de juego que solo vieron él y el chochón de su asistente (que no dio una con la banderita en los 90 minutos, el muy inutil): una imagen vale más que mil palabras. Me entran escalofríos de ver la posición del línea y que, a pesar de ello, levante la bandera. Y vuelta a lo de siempre: lo que pudo ser y no fue. Las últimas actuaciones arbitrales que hemos recibido son insultantes, está claro, y quien más quien menos tiene un mosqueo importante. Pero por aventurar, yo estoy convencido que ayer no nos traemos el partido ni contabilizando el gol de Costa.

levante-alba-2008-2009-04.jpgY es que el Alba completó una segunda mitad espantosa: apatía de Costa, desfonde de Verza, incapacidad de Begoña y muchas facilidades defensivas. Incluso así el Levante no podía. Pero las sustituciones de JIM no fueron acertadas y más que ayudar, fueron contraproducentes: Jaime entró por Peña dejando más al descubierto a Tarantino, riesgo asumido, pero sin aportar en ataque, efecto deseado. Y Merino entró por Ritchie (en la imagen de Las Provincias disputa un balón con Angel) situandose Begoña por delante de la defensa reeditando una de mis peores pesadillas. La estructura se tambaleaba y Tena aprovechó la enésima demostración de blandura y candidez a balón parado para, a la salida de un corner, cabecear el 2-1. Para cuando entró el berberecho ya estaba todo el pescao vendido, para variar.

El resto también es conocido: un cuarto de hora largo por delante donde no somos capaces de, ni tan siquiera, colgar un balón con cierto peligro. Ayer nos quedaba aun pasar el trago de la subida de Jonathan al remate de la última falta del partido. Merino no es capaz de meter el balón en el area rival dejandolo muy corto y Geijo aprovecha el segundo regalo: galopa unos metro y anota el 3-1 a puerta vacía. Y para casa.

Creo que tenemos los mimbres, pero hay trabajo que hacer y mucho: los balones parados nos matan porque damos risa al ejecutarlos y pena al defenderlos. Y hay posiciones y jugadores que son incompatibles, lo hemos visto hasta el hartazgo. Hay alguno que otro corto de físico y con recambio natural en el banquillo.... La recompensa puede ser suculenta: no hay mayor motivación que intuir que con un par de retoques, concentración y aprendienro a manejar los tiempos de un partido este equipo puede estar mucho más arriba.

Bien: Xavi Jiménez. Trabajó muchísimo en ataque, pese a recibir estopa de lo lindo, y se sacrificó en defensa. Fue el más entonado en un partido muy pobre.

Mal: somos nuestro peor enemigo. Ningún equipo nos ha superado hasta la fecha por juego, ninguno. Y los que lo han hecho en el marcador ha sido por las enormes facilidades que hemos dado. Ayer se repitió la historia.

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El del pito: Gaedeazábal Pocoyó Gómez. No sabe utilizar las tarjetas, ni la ley de la ventaja, ni descontar, ni discernir lo que es fuera de juego y lo que no. Asistentes de pacotilla (Aitor Laviña y Ricardo Peñafiel), mención especial al que marcaba el ataque del Alba en la primera mitad que apenas sabe señar un fuera de banda hacia donde toca, completan una terna que mete miedo. Pero eso sí, dejando aparte todo esto, estuvo absolutamente impecable.