Un serio aviso
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- Escrito por Lui
En el arranque de la segunda vimos tal vez al Alba más ambicioso del encuentro, empujando arriba y forzando varios lanzamientos de esquina. Más de uno pensamos en que volverísmos a repetir el guión de encuentros como el de la Real, o el Rayo. O como el del Zaragoza, al menos. Nada más lejos de la realidad: una segunda pifia, en esta ocasión de Trotta y Begoña que completaron un partido penoso, permitieron a Tote fusilar el 0-2 y acabar com el encuentro (Imagen: Gente).
Obviamente la cosa pinta mal, y quien no lo vea que se lo haga mirar. Jugadores que desaparecen cuando vienen mal dadas (y eso que es la primera vez de la temporada!!), un técnico a quien las circunstancias pueden superar a poco que la marejada vaya en aumento y, lo peor de todo, una dirección deportiva cuya gestión pasa ya de la incompetencia para rayar en el ridículo. Y luego resulta que se recrimina al aficionado de a pié cuando, ante el espectáculo, alza su voz en contra del despropósito.
Bien poco me gusta hablar de cosas que no sean fútbol, es muy mala señal. La tempoprada pasada llegamos al extremo de ni siquiera abrir el pico durante muchas semanas, porque no había más que apretar el culo. Ahora no se que va a pasar, pero me da que las vamos a pasar canutas. Igual dentro de quince días hemos sumado seis puntos, se ven las cosas con otra perspectiva y tengo que callarme la boca. Ojala tengamos que ver otra vez como algún directivo practica sus ejercicios de estiramiento cervical. Ojala tengamos que oir de nuevo como algún otro nos restriega por los morros su sapiencia balompédica y/o su mesiánica intervención en el devenir del equipo para otrorgarnos la redención. Ojala acabemos de nuevo en decimosegundo lugar y tengamos que oir las sandeces de turno otra vez porque eso significará el porvenir de lo que de verdad nos importa, que no es otra cosa que nuestro Alba, es algo más claro.
El del pito: Hernández Hernández. No me gusta este señor. Ayer hubo para todos. Perdonó alguna tarjeta a Sergio Fernández, Trotta y a Ibón. Permitió, con la connivencia de su linierde preferencia, que Calatayud jugase el balón con la mano fuera del área. No aplicó ni una sola vez la ventaja como dice el reglamento y cuando lo hizo, tras derribo por detrás de Abel Aguilar a Costa en línea de tres cuartos, tampoco amonestó al jugador del Hércules al acabar la jugada.