Un partido de 45 minutos
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- Escrito por Plofffnikov
Hasta el descanso, poca cosa más, Cabrero salvó el tercer gol gerundense y el Alba hizo un par de disparos lejanos con más fogueo que otra cosa, y otro tiro de Belencoso que hizo que Jorquera, el ex-portero culé que vimos más veces vestido de calle que de cancerbero, se estirase para sacar la pelota a córner. Pero el Alba no creía, hacía las cosas sin fe, y por eso no salían.
Y aquí llega el punto de inflexión del partido, el descanso. Pudieron confluir distintos factores para que el Alba saliera a morder en el segundo tiempo: Que hubiera una bronca histórica de Julián Rubio que se tuvo que oir hasta en Palamós y alrededores. O quizá en el descanso les hicieron una transfusión a los que se habían arrastrado por el campo y les cambiaron la sangre, como la famosa leyenda urbana de los Rolling Stones. O los cambios de un lamentable Sales por Hidalgo, y del chaval Guerrero por el reaparecido Altobelli, que dieron otro aire al equipo. Nada más empezar, parecía que seguíamos en las mismas, pero el gol llegó de la única manera que podía ser, en propia meta de nuevo del central Galán, que remató de cabeza casi mejor que en su gol. El caso es que tras este golpe de fortuna, en un minuto hubo más peligro que en todo el primer tiempo, primero una monumental ocasión de Altobelli que acabó en córner, en cuyo lanzamiento Belencoso mandó la pelota a la misma cruceta en su remate con la testa.
El Alba se lo creyó, vio que podía llevarse algo positivo y lo siguió intentando. Fue como salir de fiesta y a fuerza de insistir una y otra vez, acabar la noche con algo en el zurrón. Quizá no se recuerde pero sirve para “aliviarse”. Y el positivo como dirían los clásicos llegó a seis minutos para el final, buena combinación entre el semidebutante Carletes y Pablo Gil, dos nombres que van unidos desde hace años, y remate de nuevo de cabeza del discutido Hidalgo (en la imagen de Gente). Fue una venganza fría, ya que el año pasado el Alba iba ganando 1-3 en este mismo estadio a diez minutos del final y le acabaron empatando en el descuento.
Mientras en nuestras casas pedíamos cual espectadores del circo romano que se ajusticiase sin clemencia al equipo rojiblanco, el Alba tiró de experiencia y cabeza y luchó como gato panza arriba para salvar ese punto que tan bien les sabía y que tantísimo les había costado conseguir. Se fajó en el pesado terreno de juego, y suponemos que va a haber que poner varias lavadoras, sobre todo para la equipación del siempre peleón Kike, al que no se le veía ni el número al final del encuentro. Hubo algún susto, pero el partido acabó en reparto de puntos. Lo positivo, el Alba resta al Gerona (se supone, rival directo) dos puntos y suma uno, y no ha perdido en dos salidas consecutivas. Claro, que quizá hubiera sido mejor perder uno y ganar otro, ya que una victoria hubiera valido más que estos dos empates. De cualquier modo, buen sabor de boca para un partido que pasará a la historia por ser en el que Julián Rubio pasó a ser el entrenador que más partidos ha dirigido en la historia del Alba.
En cualquier caso, lo mejor del partido es la reacción en el segundo tiempo, para hacernos una idea del mérito que tuvo lo de ayer, el Alba llevaba casi tres años sin levantar un partido con dos goles en contra, desde un encuentro contra el extinto Ciudad de Murcia. Lo peor, que los partidos duran 90 minutos y no se puede regalar medio tiempo a un equipo que parece de los más normalitos de la categoría.