Área Pequeña

Carlos BelmonteEl error es propio de todo individuo que merezca incluirse en el género humano. No menos característica de esta especie llamada, en los tiempos anteriores a las sucesivas lodes, loces y logses, de animales racionales, resulta la capacidad de rectificación. Sin embargo, no es menos cierto, utilizando la jerga forense, que algunos que presumen de pertenecer al género en cuestión suplen el segundo de los rasgos distintivos mencionados con anterioridad por aquel de la persistencia en el yerro, también llamada cabezonería por estos lares. Es el caso de un grupo de personas que anidan, desde hace ya algunos años, sin duda más de los deseables, allá por nuestra Avenida de la Estación. No hace falta ser un lince para concluir que me refiero a la, llamémosla así, banda que capitanea, o mas bien maldirige, el señor Contreras, a la sazón presidente del Consejo de la Sociedad Anónima Deportiva Albacete Balompié, que esgrime a diario, como atributo representativo, al modo de los cetros y coronas reales de antaño, o de la mitra y el báculo de los pontífices de Roma, el Rolex Submarine que se regaló con ocasión del muy añorado ascenso de categoría hace ahora tres junios.

Llamar banda al Consejo de Administración del club de nuestros desvelos supondrá, sin duda, menoscabo para las agrupaciones musicales que bajo tal nombre amenizan una gran variedad de eventos festivos. Banda desafinante, o más bien charanga de cabalgata, serían términos que harían más justicia para denominar a los compañeros de viaje de don Ángel. Al director del cotarro, en este caso, se le debería echar de comer aparte, porque sus apariciones en los medios se cuentan por el número de incongruencias con que deleita al personal. Como el implacable tendido siete de Las Ventas hace cuando saca su saña proverbial contra los diestros mediocres, la grada del Belmonte haría bien en enumerar a gritos las meteduras de pata de un presidente pegapases cuya última salida al tercio mediático ha sido para decir que “si hay que matar por el Alba, se mata”. Tamaño desatino sale del mismo sitio desde el que se afirma sin pudor que la pasada temporada se tenía seguro y asumido el descenso con treinta y dos puntos todavía por disputar; esos que ahora matarían por el Alba se inhibieron sólo hace doce meses; siguiendo con el símil taurino, se negaron a lidiar el toro y recibieron los tres avisos reglamentarios antes de ver como su propia dejadez devolvía a la res al corral de la Segunda División. Así se escribe la historia, que decía el otro.

El análisis del fin de [.....]

 [.....] temporada, con la permanencia conseguida, no nos engañemos, por los pelos, no invita precisamente al optimismo. El puesto final en la tabla, así como los 54 puntos con que se salda la prestación del equipo, no reflejan la desidia con que la afición, cada vez más escasa,  obsequia a los suyos cada vez que saltan al césped. Ni con el desinterés que se respira cuando uno conversa con sus vecinos de asiento en la grada, que amenaza con una desbandada general de abonados en el próximo ciclo futbolístico, por llamar de alguna manera a lo que ha sido un permanente vodevil en los últimos meses. Quien no lo vea, o no lo quiera ver, no es más ciego que ignorante, y parece que por ese camino se anda allá por las altas esferas. Si ha sido triste ver las paupérrimas cifras de asistencia de aficionados locales en los últimos partidos, lo que se avecina puede calificarse de patético. Teniendo en cuenta que se hicieron siete mil abonados en la campaña anterior, tan vulgar y anodina, gracias a esa esperanza de ascenso de la que nadie habló, según está escrito en la doctrina contreriana hoy en vigor, el próximo mes de julio, con tal esperanza marchita, y con la previsible repetición de una campaña publicitaria de captación de abonados tan rancia como la anterior, tal vez lleguemos a los cinco mil “sufridores” que seguirán acudiendo al Belmonte a ver si este año vemos al Ferrando Jekyll o al Mr. Hyde, al Dream Team o al Drink Team. Siempre que, claro,  el de Tavernes no tenga a bien escuchar los cantos de sirena que vienen desde La Rosaleda y reeditar la “espantá” del año 2004. Seguimos en el ruedo, tal vez ahora con don César ejerciendo de Curro Romero.

Cámara, Noguerol, Sanz, Peña y Kike son los primeros de una lista que debe ilusionar no por el nombre sino por la casta. Nada que objetar si se rectifica el error de intentar fabricar a  los “galácticos” de Segunda, a imagen y semejanza de la trouppe de don Florentino. Al señor Pérez lo devoraron sus propios hijos, no se olvide, y tome nota don Ángel. Será bueno, no obstante, que se achiquen los espacios para las figuritas de boquilla; pero de verdad. Pensar siquiera que el modelo Aranda es mejor que el modelo Bermejo produce escalofríos. Al tiempo.