Área Pequeña

Campaña de Abonados 2006-2007 Albacete BalompiéEstimado presidente:

Acuso recibo, por la presente, de la carta que recibí el pasado martes en mi domicilio, y en la cual me instabas (mantendré el tuteo) a renovar mi abono para la temporada que está por iniciarse.

Sabes, y si no, te lo diré yo en estas líneas, que soy seguidor del club que tú ahora presides (espero que por poco tiempo) desde mucho antes, siquiera, de que tú soñaras con ser directivo; desde antes, mucho antes, de que la reconversión a sociedad anónima permitiera que una persona con un apoyo accionarial escaso (me estoy refiriendo al apoyo de la totalidad de la masa social, no a los que siempre aparecen por las juntas con "grandes" paquetes de acciones) esté manejando las esperanzas, los sentimientos y las ilusiones de tantos que, como es mi caso, creemos que el club que representa a nuestra ciudad merece mucho más que lo que le estáis dando los que circunstancialmente ocupáis el poder institucional en la actualidad.

Después de saborear las mieles del triunfo, de ver cómo los míos se codeaban con los más grandes, en dos ocasiones distintas, me resulta francamente pobre, y te lo digo con total sinceridad, que me hables de "lo emocionante que puede llegar a ser jugar en Segunda División", al que yo podría responder con un castizo "pero ¿qué me estás contando, amigo Ángel?". Vamos a ser serios, que me estás pidiendo que me gaste una pasta, hombre. Apostillas poco después: "la rivalidad y la igualdad de condiciones entre equipos nos ha hecho disfrutar y sufrir el fútbol en estado puro”. Quiero mantener un tono de respeto y no salirme de ese camino; por lo tanto, contaré hasta diez. Yo no he disfrutado nada, lo puedo decir más alto pero no más claro, repito, nada. En cuanto al sufrimiento, no lo he tenido los domingos en la grada, sino que me ha venido cada lunes, cuando veía la clasificación y leía las crónicas. Y faltando diez jornadas, cuando echaba todos los cálculos habidos y por haber para diluc idar los puntos que serían necesarios para no ver cumplida la pesadilla de caer al pozo negro de la Segunda B. El fútbol en estado puro lo he visto por la tele, y no precisamente desde el Carlos Belmonte. Claro que el palco debe dar otra perspectiva.

Si me dices que “esta temporada volveremos a vivir la emoción de este deporte”, te juro por lo más sagrado que no me abono. Puedo destinar el dinero del abono a cosas mucho más emocionantes, te lo aseguro.

Seguimos, estimado presidente, con la carta. Me dices que [.....]

[.....] al Alba “lo debemos querer como a un hijo”. Viene a cuento una conocida anécdota parlamentaria, contada jocosamente por el gran Carandell, en la que el orador se preguntaba, preocupado por el futuro del país, y concluía con un rotundo “¿qué va a ser de nuestros hijos?”, ante lo cual, una voz desde los bancos del partido adversario, le replicó "Al de su señoría, de momento, ya lo han nombrado subsecretario". Yo quiero al Alba, tal vez no como querría a un hijo, pero desde luego que lo quiero desinteresadamente, no deseo ni espero obtener ventaja alguna de mi condición de simpatizante. Estaré con él a las duras y a las maduras, y estoy por afirmar que mi vínculo perdurará como el canónico "hasta que la muerte nos separe". Permítame que dude que tú y los tuyos mantengáis tal fidelidad a un plazo tan dilatado. Es una humilde opinión, no obstante.

Sigues insistiendo en que mantenga mi condición de abonado, hablas de que, al hacerlo, podré disfrutar "en exclusiva, de innumerables ventajas y descuentos en los mejores servicios y empresas del mercado". Ahí me has dado en lo más hondo, amigo presidente. Cómo voy a dejar de ser abonado, con la cantidad de privilegios que tengo por serlo. Como muestra, un botón, ya recuerdo que el año pasado tuve la oportunidad de obtener un descuento de un dos por ciento en la compra de un apartamento en la playa. Lástima que no dispusiera del noventa y ocho por ciento restante, pero en fin, si se mantiene la oferta, voy a ver si este año engaño a alguien que me preste unos milloncejos. Hay que mantener el optimismo siempre.

“Si te gusta el fútbol, te gustará el Alba”. Te mandaría a escardar, o más lejos, si no hubiera hecho firme promesa de escribir con corrección y respeto. Como me gusta el fútbol, me gustó el Alba de Catali, Parada y Zalazar, en ocasiones una orquesta magsitralmente dirigida por don Benito Floro. No sé si te acordarás, porque dicen las malas lenguas que por aquellos entonces no pisabas el Carlos Belmonte. Y como me gusta el fútbol, sé que nunca podré tener a Zidane, pero tampoco quiero conformarme con ver, durante dos temporadas consecutivas, a mi equipo arrastrando su escudo por los campos de España, con jugadores desmotivados e indisciplinados, pasando con más pena que gloria por las crónicas de Prensa.

Estimado presidente, sé que eres una persona afable en las distancias cortas, y probablemente, un hombre de bien; seguramente, son las circunstancias las que te han llevado a ocupar un puesto que, lo mires por donde lo mires, te viene grande. Si fuera por dos de las tres patas del trípode con el que concluyes tu misiva, a saber, el club  (el Consejo) y el equipo (los jugadores), puedes tener claro que, a estas alturas, contarías con un abonado menos. La suerte que tienes es que muchos de nosotros, la otra pata, renovaremos sólo por afición, por verdadero cariño a escudo, camiseta y colores. Yo sí que siento el Alba, tanto que me duele. A pesar de tu carta, yo renuevo.


Sin otro particular, aprovecho para enviarte un afectuoso saludo.