Área Pequeña

Ferecn Se ha muerto Puskas. Una muerte en blanco y negro, en toda regla. Sin haberlo visto jugar en directo, el húngaro es una parte indisolublemente unida a mi infancia; nadie que yo conociera era asiduo del Bernabéu, y las retransmisiones andaban en pañales en aquellos finales de los años sesenta, que yo recuerdo grises, como la foto del difunto interior. Sin embargo, todo el mundo hablaba de fútbol. Y todos fumaban; fumaban mucho, y negro. El Madrid y el Atleti, en los setenta el Real más bien de capa caída, y tenían nostalgia de Puskas; y de Di Stéfano, a quienes habían visto en el Nodo, de quienes habían oído en el carrusel, a quienes admiraban por las crónicas de una destartalada prensa deportiva. El Atleti tomó el relevo entre mis allegados; ya no jugaba Puskas, se retiró Amancio del Bernabéu; pero ya ponían partidos en directo en la tele; no todos tenían tele en los setenta; unos amigos de mi padre vinieron a casa una noche; me dejaron quedarme, dijeron que era un partido importante, la final de la Copa de Europa. En la mesa había unas cuantas copas de coñac. No estaba Puskas, no era el Madrid; los contrarios eran alemanes, su portero era muy alto. Y le metieron un gol de falta: es mi primer recuerdo de Luis Aragonés (el último me lo guardo, de momento). Y así, encadenando el recuerdo de Puskas y la final del “Pupas”, o sea, de Reina encajando un gol de un alemán de apellido impronunciable en el último minuto, una semana cualquiera acababa en el Carlos Belmonte, viendo un partido de Regional, o de Tercera con suerte, en el que yo tenía que devanarme los sesos para encontrar un parecido entre lo que me habían contado de Puskas, lo que yo veía en los resúmenes de Gárate, y los aguerridos contrarios, estilo Santomera, Eldense o Imperial de Murcia, a los que mi padre me llevaba a ver en aquella grada de preferencia descubierta.

Lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo [.....]

[.....] presta, lo cual, dicho en latín, queda muchísimo más aparente. El Alba y su circunstancia, su naturaleza y el Salamanca han cruzado sus destinos en varias ocasiones memorables. La historia blanca, que se había forjado vegetando en categorías inferiores durante demasiados años, se tornó leyenda una tarde de junio del 91 frente a la Unión. Fue el sueño cumplido, que se prolongó durante cuatro temporadas, el globo que se pinchó cuando los salmantinos salieron triunfantes del Belmonte; junio del 95, cuatro años después. La naturaleza no nos había dado buenos mimbres, y Salamanca (la Unión) no nos prestó nada. Por si fuera poco, Brito Arceo quitó la silla que sostenía al condenado, y Urzáiz y Molina se hicieron inseparables para el imaginario de todos los que estuvimos en la grada aquella infausta tarde. Claro que, como se dice por aquí, si no fuera por esos raticos…  La afición se moldea a base de extremos, la incontenible alegría de la plaza del Ayuntamiento (“¡Urooopaaa, prepárate!", Catali dixit), y el camino a casa, sombrío y cabizbajo, después del 0 4 (confieso que el último gol me pilló ya en la Avenida).

Vuelve el Albacete al Helmántico; un enfrentamiento de interés; ahora que se han puesto de moda algunos términos con los que no acabo de familiarizarme  tal vez lo llamarían “clásico de plata” ; “interesante encuentro” que rezaban los carteles anunciadores de toda la vida, y nos dejamos de monerías. Con el Albacete aspirando a escalar en la tabla, y los locales deseando no dejar los puestos de privilegio en los que han iniciado la competición. De inicio, César Díaz. Habrá que confiar en el paisano, si le salen bien las cosas podremos matar dos pájaros de un tiro; se verá la luz al final del túnel (la sequía de goles) y se podrá conseguir un bonito traspaso, a fin de corregir en lo posible una situación económica que tiene mala pinta. No obstante, la “estrella mediática” en el campo de la UD será Cañas. ¡ Ay, David, qué les habrás hecho a gente tan mesurada como los salmantinos para que te quieran tan mal! Dicen las malas lenguas que el año del descenso se te veía con frecuencia en los garitos, que tienes muchos amigos en el gremio de los hosteleros, que te graduaste cum laude  (¿o era en el Cum Laude?), que veías la rana de la Universidad por duplicado. En fin, un amor de criatura. El recibimiento que le vayan a hacer al sevillano en Salamanca, lo quisiera yo, mutatis mutandis, para cuando se digne aparecer por el Estadio Municipal alguno de los Rubenes, o Momo, por poner un ejemplo. Que no me extraña nada, es lo que quiero decir.

El préstamo, Bandera Blanca y la “guerra de comunicados” todavía colean. Pero parece que se ha decretado el alto el fuego, y las espadas quedan en alto hasta la Junta General. Es el foro (palabra de Contreras) en el que el Consejo, y el presidente el primero, darán las debidas explicaciones sobre cuentas, presupuestos y balances. La prudencia determina mirar en dirección a Málaga, donde los Sanz se disponen a poner sus barbas a afeitar. Prudencia y sabiduría, preparar el remojo. Pero, quod natura non dat, Helmantica non praestat. Ahora sí.