Área Pequeña

Estadio Carlos BelmonteViene la mano mal repartida. Mucha cara larga, mucha arrancada de caballo y parada de burra. Aguardamos con expectación la liturgia societaria del próximo día 25, esperando no se sabe muy bien qué. Quizá esperamos la venida del mesías, y a lo mejor, nos quedamos con un palmo de narices. Aquí empieza a oler a muerto; mucho decir que el enfermo está en la UCI, que está conectado al respirador, pero parece que el coma ya es irreversible.

Rostros graves en la sede del Albacete Balompié; los expertos no se andan con paños calientes, la cosa está “mu malita”; y qué decir de la prensa, que ya empieza a ver lo que puede avecinarse (Paco Villaescusa lo expone con cruda sinceridad, cuanto mejor esté el Albacete, más gano yo) si el único equipo de fútbol de la región que compite en la Liga Profesional termina de despeñarse. Todos perdemos; nadie se libra de ésta. Pierden los políticos, sin duda, la relevancia de una ciudad, de una región con una representación deportiva importante no es para tomarla a broma. Bien lo sabe Martín del Burgo en Toledo, también parece conocerlo Pérez Castell en nuestra querida villa. Lo malo es que vienen elecciones, y nadie quiere dar pasos en falso. Pierden los medios de comunicación, como señalé antes en palabras del reconocido periodista local. Pierden los accionistas, que ven disolverse como un azucarillo su mayor o menor aportación al capital de la SAD. Perdemos los aficionados, los que disfrutan y sufren el espectáculo, los que llevan el escudo cosido a fuego. Dejamos en barbecho un estadio de primera división, hacemos inviable la continuidad de un proyecto de cantera, que no podrá sostener unas instalaciones elogiadas aquí y allá. Y, sobre todo, tenemos que volver a alimentarnos sólo de televisión, únicamente con el pay per view y el circo de los grandes, hoy con el ligamento de Eto’o y mañana con la uña de Robinho. Otra vez a devorar con voracidad el Marca, sin un resquicio para los nuestros; como hace veinte años.

Tertulianos sesudos debaten sobre el sexo de los ángeles; menos mal que la tabla de clasificación lo es también de salvación, dando un resquicio a la esperanza, a que no todo está perdido. Frente al Consejo, oposición. Y qué oposición, señores; la oposición, en el sistema parlamentario, es un estado transitorio, nunca querido, producto de un resultado electoral adverso. Por definición, la oposición quiere dejar de serlo. En el Albacete, no: la “oposición” quiere ser “un órgano de vigilancia”. Acabáramos. Vamos a ir terminando con la [.....]

[.....] pantomima, vamos a llamar a las cosas por su nombre.

El Albacete es una Sociedad Anónima: y su mayor activo es su nombre, que implica el sentimiento. Hablaré por mí; nunca he sido accionista de la SAD, pero nadie podrá decir que no “soy” del Alba. He intentado comprar acciones –una o dos, no se vaya a pensar- ;la burocracia mercantil me terminó por aburrir. Espero poder decir algún día que soy accionista, por el momento lo soy sólo por delegación  (por un favor que agradezco). El Albacete, al ser una Sociedad Anónima, debe perseguir el beneficio; ¿qué mayor beneficio habrá, en lo tocante a fútbol, que poner a disposición de los accionistas y de los clientes el mayor espectáculo en su ámbito? Por lo tanto, que no cuenten milongas: el objetivo de la SAD Albacete Balompié no puede ser otro que mantener al equipo en la máxima categoría que sea posible. Los aficionados, los que pagamos, los clientes, nos sentimos pagados con eso; entre otras cosas, porque proporciona efectos colaterales derivados de la entrada de ingresos, como poder mantener una estructura de club.

Decía alguien que una mentira se puede convertir en verdad a fuerza de repetirse. Ahora toca decir que el Albacete es de todos. Un poquito de cada uno. El Albacete, digo yo (el sentimiento, la afición, lo que se lleva dentro) es de todos; e insisto que quien debe gestionar tal honor, el de dirigir la sociedad que lleva ese nombre, es al que le corresponde hacerlo grande, a base de utilizar los recursos racionalmente, a maximizar los ingresos y minimizar los gastos, haciendo así, a base de dirección y gestión, grande a la SAD, y alimentando por ende el susodicho sentimiento. Hoy en día el Albacete no es de todos. Recientemente lo apuntaba con acierto Tano Mora, otro de los “ilustres”: Uno que tenía 6000 euros en acciones se convirtió en presidente del Consejo. La relevancia social de ser uno de los diez personajes más conocidos de Albacete se compra con un millón de las antiguas. Y, lo peor de todo, gestionar una facturación anual de algunos millones de euros se hace, supuestamente, “gratis”. ¿Quién me compra el misterio?. El Albacete no es de todos: con el Albacete se juega a que sea de todos, sobre todo a la hora de clamar ayuda ante las instituciones públicas. ¿De todos? ¿Se acordaron de todos cuando hicieron pagar a los abonados en aquel partido contra el Madrid, todavía no descendidos, cuando el clamor popular llamaba a poner el estadio a reventar? Todos no llevamos Rolex, aunque seamos del Alba.

Derivada del carácter gratuito del cargo de presidente o consejero viene otra de las grandes mentiras: ser presidente del Albacete, ser consejero, supone un gran sacrificio. ¿Qué? Que yo me sacrifico, si hace falta, por eso que no lo hagan. Puede ser un sacrificio para aquellas personas que dejan un trabajo bien remunerado para dedicarle sus esfuerzos al club. No digo yo que no haya gente en esa situación, pero sí que afirmo que no la hay en el Consejo en este momento; ¿Contreras pierde dinero siendo presidente del Albacete? ¿Enrique Arribas pierde dinero? A lo mejor, el que perdía dinero era Carlos Parra, pero éste ya ha dicho que se las apañen sin él. ¿Qué dinero pierde López Mora, cuyo hobby de jubilación es un sillón en el Consejo? Pues nada, que en vez de echarse la partida los martes, se echa unas charlas en el Consejo. Y le hace la “cama”, junto con el presunto protector, al portavoz que es el único capaz de despertar a los dirigentes y a la oposición con la “amenaza” de un plan de viabilidad ; una película de Disney (de las de antes) comparada con lo que va a venir de verdad si no viene Candel, cuya segunda venida se espera siempre, y lo remedia. Los profetas del Antiguo Testamento se pasaron siglos anunciando la llegada del Mesías. Espero que, por nuestro bien, aparezca, por la Fuente de las Ranas misma, algún Juan Bautista advirtiendo de que la llegada del salvador es inminente. Y que no le corten la cabeza, a poder ser.