Tarde de perros

Segunda derrota de la temporada para el Alba en el Carlos Belmonte, en este caso frente al Oviedo de Pacheta, en una tarde que invitaba a cualquier cosa menos a ir al fútbol. Busto, de penalti, y Aitor Sanz pusieron a los visitantes por delante en una primera mitad calamitosa por parte local. A falta de quince minutos Torres anotaba el 1-2 que resultaría definitivo. El Alba, pese a los últimos resultados cosechados, continúa en la parte noble de la tabla.
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Desafortunado. Colorado no estuvo fino en su debut como titular (Fotos: Josema Moreno)

Retoques obligados
 
No eran pocas las opciones de Gómez para suplir las bajas de los sancionados Calle y Núñez. El mister se decidió por dar entrada de inicio a Alex Colorado junto a Rocha en el centro y optó por Añón como acompañante de Torres. El resto de hombres, los habituales: Miguel, Alba, Nogue, Santamaría, Zurdo, Adriá y Tete. A lo largo del encuentro tuvo unos minutos Sumy al que hacía mucho que no veíamos de corto.
 
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Desafortunados
 
Colorado disputaba su primer encuentro desde el inicio con el Alba mientras que Añón lo hacía por segunda ocasión (fue titular en la primera jornada frente al Gatefe B). Ninguno de ellos estuvo afortunado. A Alex apenas se le vió, en lo que fue una de las claves del partido: la superioridad visitante en medio campo donde tan solo tuvieron que oponer contundencia e intensidad para desarmar al doble pivote de Gómez.
Otro tanto se puede decir de Añón, que no enganchaba con Torres, que era superado claramente por alto la defensa carbayona y que se hartó de balón en el uno contra uno frente a Lledó en una jugada que pudo ser clave en el partido.
 
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Y desenchufados.
 
El Oviedo no hizo más que oponer presión, intensidad, fuerza y alguna que otra patada (que todo hay que decirlo) y tomar lo que el Alba le dió. Parecía que los de Gómez estaban tan helados como la tarde (frio, viento hubo para dar y tomar. Y hasta algo de lluvia a ratos), llegando siempre tarde, perdiendo todas las disputas y siendo incapaces de salir con el balón jugado. Una indecisión entre los centrales y Miguel en una salida de éste fuera del área originó la jugada del penalti de Santamaría a Martins que anotó Busto. Jugada que, por cierto, tiene más tela que cortar de lo que parece porque está precedida de una falta de Martins más que evidente.
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Casi a renglón seguido, una colada por la izquierda y un despeje blandito a la frontal fue suficiente para que Aitor Sanz anotase el segundo de un espléndido disparo a la escuadra.
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Un paso adelante
 
Pareció salir el Alba con algo más de intensidad de la caseta en la reanudación, o el Oviedo estaba más a verlas venir que a otra cosa con el resultado a favor. En cualquier caso el Alba no construía, no generaba suficiente juego como para poner en aprietos la meta visitante. La clave pudo estar en una jugada personal marrada por Añón, si bien es cierto que los de Gómez planteaban fundamentalmente fútbol directo donde los zagueros visitantes se encontraban como peces en el agua. Torres acortó distancias en un barullo dentro del área. Y salvo algún otro rebote en jugada a balón parado eso fue todo.
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El del pito y sus congéneres
 
Como solista al silbato Juan Manuel Bernal Moreno. A las banderolas, David Ramírez Parralejo y Francisco Felguera Romero. Todos ellos del Comité Valenciano.
El partido que se ha marcao el mequetrefe este es digno de visionado por las futuras generaciones arbitrales para que vean como no se lleva un encuentro. Decimos que un árbitro que señala 50 faltas en un partido es desquiciante. Pero hay algo peor: es gravísimo que un presunto juez  y garante del reglamento confunda el contacto y las disputas con fuerza (que la hubo, y aprovecho para decir que es una faceta de los partidos que el Alba no sabe leer ni gestionar) con faltas y patadas.
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Afortunadamente, los jugadores hicieron gala de tener bastante más sesera  que él porque a poco que alguno hubiese perdido los nervios la cosa se hubiese puesto fea. Si vio penalty de Santamaría a Martins, debió expulsar al central. Si la semana pasada nos quejabamos de que el del pito molestaba y no se sabía situar, este no le andaba a la zaga. Y queda lo peor: lo adereza todo con formas de chulo de barrio exasperantes y transforma su manga ancha en la apreciación de infracciones en una estrechez de miras extrema cuando se dirigen a su excelsa persona, lo que termina por quemar la sangre a más de uno.
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Amonestó a Torres y Sumy y expulsó a Gómez por dirigirse a él cuando ya se retiraban por el tunel de vestuarios. Y no mandó a tomar por culo a Núñez porque no estaba hoy en el campo.
En fin, machote, que si no vuelves por aquí casi mejor.