Empate a dos tantos entre el Alba y el Sporting B esta tarde en el Carlos Belmonte. El Alba se adelantó por dos veces y en ambas los asturianos consiguieron nivelar un encuentro que el Alba debió llevarse incluso con facilidad. Con el tiempo cumplido, Victor Curto envió un penalti al larguero certificando la perdida de dos puntos que a buen seguro echaremos en falta. 

 

 

 

Se resintió el central gallego en el último entrenamiento de sus molestias y obligó a Gómez a repetir con Herreros y Santamaría en el centro de la defensa. Quien si volvía al doble pivote junto a Núñez era Rocha. El resto, los habituales.

 

Joan Castillo entró por Herreros en la segunda mitad

 

 

Si es cierto que la línea defensiva flojea sin el capitán, dos tantos recibidos en los dos encuentros en que no ha estado, faltaba que aparecieran los problemas físicos para acabar de complicarlo. Primero fue David Alba quien tuvo que retirarse tras un golpe fortuito. Después, Herreros tuvo que dejar también su puesto en el terreno de juego a Joan Castillo por problemas físicos. Llamémosle falta de concentración, o de intensidad o lo que sea, pero la zaga gusta de complicarse la vida, de enredarse y de angustiarse hasta el punto en que su temblor de piernas se transmite al portero, al resto del equipo y a la grada. Hay que tapar esos agujeros para que dejen de volar puntos de aquí.

 

 

Cuando Alba tuvo que salir del terreno de juego, Gómez dio entrada a Sumy y mandó a Rocha al lateral. David cumplió en su nueva demarcación mientras que resulta evidente el Alba gana en potencia y brega con el malí en el campo. Tal vez se pierde algo en calidad y sobre todo en control, pero es irrelevante del todo, cuando son los centrales los que habitualmente desplazan en largo buscando a Calle bypaseando al centro del campo. 

 

Un partido para ganar 

 

Pudo, y debió, ganar el Alba el partido hasta con holgura si hubiese definido las ocasiones de las que dispuso. No lo hizo y por ahí se marcharon los dos puntos. Aparte del tanto de Calle a servicio de Tete en una de las pocas jugadas por banda derecha de la primera mitad, el mismo Calle malogró dos clarísimas. Y Curto. Y Tete. Cuando se llegó al descanso el Alba debió tener el partido en el bolsillo y sin embargo el marcador señalaba tablas. Esperábamos una salida en tromba en la segunda mitad y en cambio eran los visitantes quien la tenían y lamovian aunque sin peligro. Tras una diagonal de Adriá y un excelente disparo que rechazó el meta visitante, Tete remachó a las mallas el 2-1.

 

 

Lo más difícil estaba hecho, solo había que poner cabeza y matar el encuentro. Personalmente, no me gusta que mi equipo se dedique a hacer faltas, a racanear y a dejarse caer cada poco para interrumpir el juego. De hecho, el Alba no suele hacerlo. Pero cuando veo como entienden el fútbol un grupo de chavales de 20 años, como manejan el tiempo y como consiguen su propósito, no puedo por menos que pensar que el filial parecíamos nosotros. La complacencia arbitral con estas prácticas es total, por si faltaba algo. Como es lógico, previamente la enésima indecisión defensiva de una zaga en la que ya estaba Joan Castillo posibilitó que los visitantes fusilaran el empate ante Miguel. El penalti que marró Curto no pasa de ser una anécdota, porque para entonces el Alba debió tener el partido ganado. Y bien por Víctor por dar el paso adelante.

 

  

Miguel Sánchez-Seco Otero al pito, que se le cayó dos veces, Gonzalo García González y Basilio Puerta Sánchez con las banderitas. Todos adscritos al Comité madrileño. No me gustó como llevó el partido, ni él ni sus asistentes. Interesante su criterio para enseñar amonestaciones, siempre más pendiente de las áreas técnicas de los banquillos que de las otras y, esto lo digo bien pocas veces, falto de autoridad para que el encuentro se desarrollase bajo su control.

Lo que no hay que pasar por alto es que venga un señor a decir en rueda de prensa no se qué majaderías de que en Albacete es más facil pitar un penalti que en Mareo. No sé cómo será de fácil en Mareo ni me importa, pero que no nos toque las narices que bastante tenemos aquí con lo nuestro.