Área Pequeña

Unos llevan liebre, otros marean la perdiz. En tierra de caza de la buena estamos, no podía ser de otraÁngel Contreras Plasencia en el Palco del Carlos Belmonte manera, y en términos cinegéticos nos expresamos para definir la realidad de nuestro Alba: a tiro de piedra, como a quince días, se adivina otra vuelta de tuerca, tal vez no la última, de la que seremos testigos o espectadores priviliegiados los que acudamos al paraninfo universitario, otrora cuna del saber, hoy día cuadrilátero en el que se dirime quién es el tuerto más presentable en un país cuyos rectores impusieron la ceguera por decreto hace algún tiempo.

Serán galgos empresarios o podencos con bandera; esperemos que  no nos devoren. Cierto es que, de momento, sólo las huestes que capitanean Galiacho y/o Ubaldo (no sé si el orden de los factores alterará el producto en el caso presente) han salido a la arena. Sean unos u otros, no parece haber otro horizonte que la ampliación de capital, la esperanza de la inyección de oxígeno en forma de euros que pueda revivir al agonizante. Nadie queda indiferente; hay quien ve en la ampliación una suerte de expolio, de amputación de un miembro querido del ser albaceteño. Otros sostienen que la viabilidad económica traerá consigo el impulso que convencerá a los que todavía mantienen la adhesión inquebrantable a su asiento en la grada de no mandar su carnet señero a tomar viento, a los que se fueron de que vuelvan, y a los que nunca han ido a un estadio de que merece la pena gastarse unos euros en lo que puede llegar a ser un espectáculo. Crece la ansiedad; somos muchos los que queremos que pase el trago del día 6, que el lunes siguiente, pasada la gran tempestad, seamos capaces de evaluar los destrozos, ver lo que queda en pie, y esforzarnos por construir un futuro decente para la institución, en definitiva, lo  único que interesa a los aficionados.

Pasará a los anales la [.....]

[.....]  era contreriana como un sueño hermoso que pronto devino pesadilla, de las que duran, con unos últimos estertores que definen al personaje y su circunstancia; así, morirá matando Ángel, enfrentado al mundo, mordiendo una de las manos que le da de comer, desnortado y enfrascado en un adiós paranoico, amenazando con la réplica contundente a quienes afirma le cercenaron su derecho a expresarse en una Junta que dirigía él (su percepción del mundo es así de extraña, por cierto); la rueda de prensa se presume jugosa, no sería extraño que acabara colgada en Youtube, junto a algún extracto de Buenafuente o similar. Pero Ángel Contreras es un español de bien, tiene ese punto de hidalgo quijotesco interpretado al estilo torrentil, y no dejará que se ponga en entredicho su hombría de bien. Pagará a los jugadores por TMN (tarde, mal y nunca), pero les pagará, con los genitales por delante. Candel tapó más de un agujero pagando en acciones, y de carambola puso a algún acreedor como gran accionista. Contreras pagará, dramático, barroco, en el último momento y con la lengua fuera; si falta algo, que se pasen por la tienda y los apaña con un pack de iluminación para el hogar. El tendero a la antigua usanza cuya ley es la del papel y lápiz, aquí te apunto y allí te tacho. No le hables de recursos humanos, de organización, de estrategia. Él lleva su libretica y hace sus cuentas de cabeza. Le debo tanto a Ferrando, tanto a los jugadores, vendo unos juveniles y les pago un poco a cuenta, les dejo a deber otro poco y les doy otra larga. Así era el negocio el siglo pasado, un apretón de manos y a callar ¿retraso en el pago? ¿vas a poner en duda lo hombre que soy? ¿nos vamos a enfadar por cuatro duros (o euros)? Por mis atributos que te pago, así me tenga que ir al infierno. Aquellos sí que eran tiempos, ¿o no?

Cuando todo haya pasado y juntas, acciones, consejos y oposiciones no sean más que un mal recuerdo, entonces, algún día, aparecerá el fútbol; amanecerá el día del partido decisivo con el mismo cosquilleo que tenías cuando eras niño, cuando le preguntabas a tu padre si ese domingo te llevaría al campo; cuando, más tarde, soñaste con ver a tu equipo en las estrellas y viste partidos memorables; aquel Granada, aquel Murcia, por fin el Real Madrid. Volverás a apasionarte con los tuyos, a increpar a diestro y siniestro a árbitros y asistentes. Conocerás como el padrenuestro las alineaciones, titulares, suplentes y adversarios. El Marca y el As, los programas de la radio, nada tendrá secretos porque ya habrás superado el camino iniciático, estarás de nuevo enganchado a la droga de tu equipo, de tu Alba, de otro Catali que grite “Uropa” con U sonora. Contreras sólo sonará a anuncio de tienda en la radio, y Antonio resucitará al tercer día, pero metiendo goles, no metido a aprendiz de brujo. Y otro Chesa hará de las suyas, y otro Floro nos devolverá entre los grandes. Para que llegue ese día tendremos que atravesar la gran prueba de fuego que decidirá si viviremos bajo la oligarquia de “accionistas de referencia” o la democracia de “todos dueños”. Habrá que verlo; yo estoy impaciente por volver a ver el Carlos Belmonte lleno. Y dejarse de pamplinas.