La situación del Albacete es sumamente delicada. Al grave problema económico se une ahora una situación deportiva lamentable en la que las excusas a una mala planificación deportiva ya no hay por donde cogerlas.

Y en medio de todo, un entrenador que no está sabiendo sacar rendimiento a esta plantilla, quizás porque no se puede sacar de donde no hay,  pero que ahora se dedica a matar al mensajero. El técnico estuvo el pasado martes a punto de arrojar la toalla. Anímicamente muy tocado les indicó a los máximos responsables deportivos del club la posibilidad de dejar de ser entrenador del Alba. Los ánimos y las palabras de los dirigentes le hicieron reconsiderar la postura. La noticia se filtró, llegó a los medios y se hizo pública. Enseguida, el ya habitual comunicado de desmentido y ayer el entrenador diciendo que se le había faltado al respeto. O sea, matando al mensajero.

Sí la noticia salió del propio club, ¿no será el club el que le está faltando al respeto filtrando una conversación privada? El caso es que el Albacete está penúltimo en la tabla, con 10 puntos y sólo ocho goles a favor en 14 jornadas.

Si el entrenador habla de falta de respeto, ya me dirán si con la campaña que está realizando el Albacete, no se está faltando al respecto a una afición fiel que a pesar de los pesares está manteniendo la compostura.  Ya me dirán si cuando los medios de comunicación solicitan a los máximos responsables para que den explicaciones estos no hacen declaraciones, incluido el propio entrenador, eso no es faltarles el respeto a los medios y a la afición. Ya me dirán, pues, quién le falta el respeto a quién.