Situación Crítica

Un paciente de avanzada edad está entubado en la U.C.I. de un hospital, en penumbra. La máquina que Julián Rubio, Rafael Candel, Ubaldo González y Gonzalo Panadero en el palco del Carlos Belmontehace bip bip emite de repente un sonido monocorde, señal de que el paciente entra en una situación crítica. Suena una sirena y en un letrero luminoso aparece, parpadeante, la frase: “Situación crítica”. Una enfermera aparece en la sala, revisa el gotero y vuelve a salir a toda prisa en busca del doctor de guardia que intente salvar la urgencia....

Y yo me pregunto; ¿dónde están esas enfermeras que deberían estar atentas a las sirenas y goteros que mantienen con vida a nuestro Albacete Balompié?. Desde luego en la sede del club no se les espera. La quiebra del conjunto albaceteño es ya a gran escala y, parece que la directiva ¿presidida? por Ubaldo González Garrote es incapaz de tomar conciencia de que el enterrador se encuentra ya a las puertas del club dispuesto a cavar la tumba de una institución con más de 67 años de historia.

El Alba cierra la primera vuelta, a falta de los partidos del domingo, en la posición decimonovena, en puestos de descenso y con una visita al eufórico Elche en el horizonte que puede agravar aún más la agónica situación. Veintiuna jornadas, veinte puntos conseguidos de sesenta y tres posibles y, lo que es peor, unos paupérrimos quince goles a favor que solo conducen al abismo.  Por si fuera poco todo lo anterior, los cacareados refuerzos invernales no llegan y los que han llegado no parecen, a priori, lo que se necesitaba.

El equipo necesita un revulsivo y, todo lo que no sea [.....]

[.....] destituir a Quique Hernández mañana mismo, llegará tarde y a destiempo. Sin embargo, no parece que los rectores del club de la Avenida de la Estación tengan la mínima intención de bajar al suelo, salir de esa autista burbuja de poder en la que se encuentran instalados desde su llegada a la entidad, e intentar enderezar el rumbo de esta errática nave que es actualmente nuestro Alba.

¿Qué impide que un abatido e incapaz Quique Hernández no se encuentre ya fuera del club?. Las razones son más que evidentes, y no pasan por la recurrida excusa económica. La caída de Quique supondría a bote pronto el fracaso de un técnico y, arrastraría consigo la fiabilidad de los máximos responsables del modelo que el director deportivo Máximo Hernández encabezaba como icono casi intocable. El inmovilismo de Ubaldo y Panadero se ha engarzado a la inflexibilidad del preparador, formando un triple nudo que ha terminado por estrangular casi todas las posibles salidas.

Las vergonzantes derrotas que venímos sufriendo jornada tras jornada, y el progresivo deterioro interno de un vestuario, que dejó de creer en los planes de Quique ya en pretemporada, son suficiente abono para apostar por un cambio inmediato en el banquillo. Por el contrario, en lugar de plantar cara a la crisis en todos los frentes, desde el club se ha venido fomentado la política de "Dictadura Silenciosa" y de lectura "amable" tras cada derrota o empate ("Los Resultados favorecen al Alba" que dirían algunos). Se ha actuado como si nada ocurriera donde todo ocurría, y nada bueno.

El Albacete Balompié necesita un relevo, y no cualquiera. El elegido ha de derrochar conocimientos, pero también personalidad y liderazgo para un club y un equipo al que no le sobran estas virtudes. Esa persona solo tiene un nombre y un apellido: Julián Rubio.