Otro capítulo más de impotencia

Ver jugar al Albacete Balompié produce una sensación de impotencia de enorme calibre. ¿Podrá haber en el Barkero anota para el Alba de penaltifútbol español algún equipo menos trabajado estratégicamente que el manchego?. Por mucho que diga Máximo, el Albacete carece de una estrategia sumamente necesaria en el fútbol actual, máxime cuando tu equipo carece de argumentos individuales para dejar en manos de la inspiración de un jugador la consecución de los tantos.

Máximo Hernández dio un recital de despropósitos en Cádiz y el damnificado, como siempre, fue el Albacete Balompié, que derrochó la enésima oportunidad para salir del pozo de la clasificación. Mucho he leído y he oído (no precisamente a los jugadores) sobre la actuación arbitral, pero, ojo, ¡así se las ponían a Felipe II!

El Alba comenzó con su habitual empanada y lo pagó con un gol tempranero, pero Ceballos pitó un claro penalti de César Caneda sobre Morán que además significó la expulsión del central gaditano. Para el que tenga ojos en la cara y vea las imágenes, nadie se podía haber extrañado si el colegiado, en lugar de señalar la falta de Caneda sobre Morán, que existe, hubiera señalado el agarrón previo de Morán sobre Abraham Paz, que también existe.

Dicho esto, pitó penalti y Barkero empató la contienda. Con mucho partido por delante y el público gaditano propenso al silbido, el Albacete no se decidió a ir a por el partido, quedándose a un ‘verlas venir’ al que ya nos tiene acostumbrados.

Con el conformismo que [.....]

[.....]  parecía tener el empate llegó otro penalti, innecesario a todas luces y en el que Kike picó de pardillo, pues Dani agarró primero, pero el colegiado vio la devolución del mismo. Y como suele pasar, a quemar las naves, con un auténtico desaguisado táctico sobre el césped y la habitual nula capacidad anotadora de un equipo capaz de llegar a base de empuje… si señor, empuje, aunque se moleste Máximo, pero incapaz de rematar la faena en el último pase, que tiene la costumbre de ir dirigido donde no hay ningún rematador, quizás por lo poco y mal trabajado que está este equipo tácticamente hablando.

Derrota y vuelta a la cruda realidad. Fin a la buena racha y otra vez con la soga al cuello hay que jugar en casa. Otra vez hay que ganar, esta vez al Granada 74, por lo civil o por lo criminal, para seguir manteniendo las esperanzas. De todas formas, y a pesar de lo mal que llevamos esta temporada, el calendario a querido que el Albacete depende de si mismo, ya que tiene partidos claves en los que ganar no sólo significará sumar puntos, sino que también que no sumen rivales directos a los que se puede adelantar. Ahora bien, para ello hay que ganar, y visto lo visto, optimismo ya casi nos queda viendo como se desaprovechan ocasiones como la del domingo en Cádiz.