Al contrario de lo que afirma la manida muletilla, yo siempre hablo de los árbitros. Cuando nos viene bien y cuando nos viene mal. Y cuando nos da igual, como hoy. El partido contra el Depor fue, quizá por su desarrollo quizá por la ausencia de grandes polémicas, tan plácido para Vicandi como para los locales. Aun así, demostraré que el criterio arbitral es una patente de corso muy útil para los trencillas, pero trasnochado y anacrónico de todas, todas. Y que incluso en encuentros como el que nos ocupa dan lugar a más agravios comparativos que a otra cosa. Vamos a analizar hoy 1) el criterio de los asistentes para el fuera de juego, 2) el criterio arbitral para las faltas y 3) penalti reclamado por manos de Gentiletti.

1) el criterio de los asistentes para el fuera de juego. Es evidente que, en jugadas tan ajustadas, se puede errar. Y no pasa nada. Ahora, cuando los errores no se distribuyen aleatoriamente ya es posible entablar discusión al respecto. El las imágenes, dos jugadas idénticas, posición similar y mismo asistente. En ambas hay posición antirreglamentaria del atacante. Adivinad en cual se equivoca el tipo de la banderita.... que parece ser que lo vio claro.

2) el criterio arbitral para las faltas. Que Vicandi es un manta no nos pilla de sorpresa ahora. Y que su criterio es ruinoso, tampoco. Tan pronto es capaz de ignorar una entrada por detrás, sin tocar el balón (me da igual que se lo adelantase mucho) y que derriba al jugador a dos metros de sus reales narices, y que probablemente sea amonestación (el caso de Bela) y un agarrón y un meneo al delantero que trata de controlar la pelota (Zozulia) como de inventarse una falta, peligrosa, sobre Cartabia que además no fue la única que señaló cerquita de la frontal. En su descargo decir que la falta origen del primer tanto si que lo fue, pero igual que esa pudo entrar alguna de las otras. Otra vez todos los errores apuntan en el mismo sentido. Nota: ¿por qué los árbitros caseros cuando viene al Belmonte no lo son? Inquietante.

3) penalti reclamado por manos de Gentiletti. La jugada ofrece pocas dudas, igual no hacía falta ni ponerla, pero ahí está. Parece claro que ambas manos están en posición natural y pegadas al cuerpo.