Análisis: Un Albacete mediocre, afortunado, mal confeccionado y presionado por la exigencia

Análisis: Un Albacete mediocre, afortunado, mal confeccionado y presionado por la exigencia

Lo vivido el pasado domingo en el Carlos Belmonte fue el enésimo episodio de impotencia de un equipo sobrevalorado y al que se le está exigiendo quizás demasiado, tanto por lo realizado la pasada campaña como por la enorme dosis de fortuna que está teniendo esta temporada. Las declaraciones de Luis Miguel Ramis al final del partido denotan, a modo de análisis, la impotencia de no poder sacar más de una plantilla enormemente limitada y no poder decirle a las claras a los aficionados que se deben dar con un canto en los dientes por donde está el equipo, en lugar de presionar desde la grada con silbidos que, dicho sea de paso, están en su derecho de expresar ya que han pagado por ver un espectáculo y no están de acuerdo con lo que están viendo. Luego vendrán los matices de si hay que esperarse al final para silbar y que si los aficionados de verdad aplauden en lo bueno y en lo malo. Pero históricamente, vayas al campo que vayas, a la categoría que quieras, si su equipo va bien los aficionados aplauden y si va mal silban, en Albacete, en Madrid, en Valencia y en todos los sitios.

Camoto, uno de esos entrenadores que dejaron muchas anécdotas cuando el fútbol era otra cosa, tiene una anécdota que puede definir claramente lo que le pasa este año al Albacete para ser un equipo tan irregular. Al acabar un partido del Alba, el técnico pasó al vestuario y dijo una fase lapidaria: “A la afición la podemos engañar, pero señores, somos 11 pepas”. Fácilmente se podría extrapolar aquella mítica frase a la actualidad y ponerla en boca de Ramis el pasado domingo, pero otra cosa es salir a la sala de prensa y gritarlo a los cuatro vientos. De la impotencia de no poder hablar claro sobre lo que tiene entre manos pudo llegar esas críticas a la afición por meterle todavía más presión a un equipo que no sabe hacer mucho más, porque no tiene mucho más de donde sacar.

Ahora vamos al meollo de la cuestión, que no es otro que la confección de la plantilla, a todas luces deficitaria en calidad y número. Pero el principal problema es no reconocer las limitaciones y propiciar esos castillos en el aire que propician ese malestar de la afición, a la que se vende un fórmula uno para competir con los Mercedes, Ferrari o McLaren, cuando lo que el Alba pone en el circuito es un Seat 131 Supermirafiori.

Considerar la actual plantilla mejor que la del año pasado es, hablando en plata, una auténtica desfachatez. Todas las líneas, a excepción de la portería, se han visto enormemente debilitadas y hasta se permite el lujo el Albacete de desprenderse de un goleador cuando su déficit en la delantera es enorme. Y no se trata de ser ventajista y ver ahora los números de Ortuño. Se trata de ver que el equipo sólo tiene tres delanteros, todos de similares características y uno de ellos reconvertido en extremo. No vamos tampoco a señalar el mayúsculo error cometido a la hora de desembolsar una gran cantidad de dinero para lo que es el Albacete en un futbolista que ya la pasada temporada dio muestras de su falta de profesionalidad y su “egoísmo” deportivo, que quedó “retratado” en el incidente acaecido antes del partido en Fuenlabrada.

Pero el problema del Albacete no solo está en la delantera. A nivel global, el equipo perdió a muchos jugadores que, no solo aportaron muchos goles. También aportaron juego, desborde, entrega y un sinfín de detalles que en la actual plantilla no se ven por ningún lado. La falta de gol es evidente, así como la falta de liderazgo y de esos detalles de calidad que pusieron al Albacete la pasada campaña en las puertas de la Primera División.

El límite salarial creció esta temporada, pero también las nóminas de los jugadores y los compromisos adquiridos, caso por ejemplo de Manaj, un jugador que el año pasado “cotizaba” como cedido y esta temporada cuesta el 100% de una ficha que además no tiene que ser pequeña. De ahí, por ejemplo, que la plantilla profesional solo tenga 20 fichas cubiertas. El límite no dará para más.

 

El Director Deportivo Mauro Pérez no parece haber dado este año con la "tecla" adecuada para reforzar al equipo convenientementeEl Director Deportivo Mauro Pérez no parece haber dado este año con la "tecla" adecuada para reforzar al equipo convenientemente

Siendo realistas, sinceros y objetivos, hay que tener claro que muchos de los puntos obtenidos por el Albacete en lo que va de temporada vienen acompañados de una gran dosis de fortuna, que tuvo su culmen hace un par de jornadas en Zaragoza. No es la primera vez que el Alba se ve dominado como visitante, como las ocasiones se repiten una y otra vez sobre su portería sin que el rival consiga doblegar a un inconmensurable Tomeu y con un detalle tonto, ya sea un penalti señalado por el VAR o un remate en semifallo de Silvestre, el Alba se haga con los tres puntos mientras el equipo de casa se pega cabezazos contra la pared repitiendo aquello de ¿cómo hemos podido perder este partido?

Es por ello que al equipo le cuesta tanto jugar en casa. Se supone que ahí debes tener la iniciativa, sobre todo frente a rivales de parecida o menor entidad. Si tienes que generar fútbol y no cuentas con los jugadores necesarios las carencias salen a flote y dejan en evidencia, una vez más, la confección de la plantilla. Con cinco mediocentros, el Albacete no tiene ningún jugador capaz de galvanizar, organizar o generar fútbol en el centro del campo.

Se dijo por ejemplo que este año la plantilla iba a tener más profundidad por la banda con extremos habilidosos y capaces de meter balones al área, quizás porque ya se veía que eso de jugar por el centro iba a ser imposible. Pero de momento los únicos que llegan por la banda, igual que la temporada pasada, son los laterales, pero Alberto Benito no es Tejero. El jugador llegado desde el Zaragoza tiene profundidad y llegada, pero su porcentaje de balones bien puestos dista mucho, muchísimo, de los que ponía Tejero. Además, en esos balones, el Albacete sacaba petróleo con su segunda línea, de ahí los goles de Eugeni, Bela e incluso Febas. Nadie hay esta temporada que en esa media punta aporte mínimamente lo que aportaban los del año pasado. No se trata de comparar por desmerecer lo que hay este año, se trata de aclarar que eso de que esta plantilla era mejor que la del año pasado es una auténtica milonga que trato de vender la dirección deportiva y que se está cayendo por su propio peso.

En defensa, las limitaciones nos todas. No hay relevo para los laterales y en el centro, en cuanto sopla un poco el viento, las torres caen como un castillo de naipes. En la añoranza queda la jerarquía de un futbolista como Gentiletti y ahora hasta Arroyo, todo pundonor y trabajo, nos parece un central lento y sobrepasado.

Más allá de que bastantes de los fichajes estén ofreciendo un rendimiento por debajo de lo esperado (tampoco es que se esperase mucho más de algunos de ellos a tenor de lo realizado en campañas anteriores) queda claro que la plantilla es corta, que tiene calidad la justa y que se muestra débil a nivel psicológico al ser incapaz de sobreponerse a cualquier contratiempo. Este es el Albacete, que por otra parte tiene jugadores trabajadores, honrados y cuyo esfuerzo nos ha llevado a ocupar posiciones altas en la clasificación a pesar de todas esas limitaciones que han quedado al descubierto en los partidos disputados en el Carlos Belmonte, donde en los últimos cinco, de 15 puntos posibles, solo ha sido capaz de sumar 4. Al único que ganó fue precisamente al líder, Cádiz, mientras que empató con el Racing de Santander y perdió con Lugo, Oviedo y Mirandés, todos de la mitad baja de la tabla.

Ramis ha demostrado ser un entrenador con mayúsculas. Le dieron buenas piezas y montó un Albacete superlativo que fue una de las grandes revelaciones de la temporada pasada. Con un presupuesto de la mitad de la tabla, el técnico supo sacarle rendimiento a jugadores que quizás necesitaban ese empujón de confianza que les otorgó el tarraconense para mostrarse en su total plenitud y hacer al conjunto manchego un candidato al ascenso que no entraba en ninguna de las quinielas hechas a principio de temporada.

Este año, el técnico vuelve a demostrar, con algunos planteamientos y maneras de afrontar los encuentros, que tiene un gran conocimiento de la categoría y sus rivales, pero luego la plantilla que tiene es la que hay y no se pueden pedir peras al olmo. Ver cuando las cosas no funcionan, girarse y observar lo que tienes en el banquillo para revertir la situación tiene que ser bastante frustrante y así puede observarse que la gran mayoría de las veces, por no decir todas, los cambios que se realizan durante la segunda mitad suelen aportar más bien poco, por no decir nada, de ahí que la capacidad de reacción del equipo sea la que es. No es que no haya plan B, es no hay efectivos para montarlo.

El Albacete tiene una plantilla con la que puede conseguir la permanencia de una manera más o menos holgada, sobre todo por todo el camino que ya tiene recorrido, pero no puede dormirse porque esa evidente fortuna que rodea al equipo en este primer tercio de la temporada igual no dura siempre. De ahí que se repita mucho el mensaje de los 50 puntos y que el técnico quiera dar a entender sin tirarse piedras a su propio tejado, que con esta plantilla no se puede esperar mucho más que estar en la mitad de la tabla.

Mucho trabajo tiene por delante la dirección deportiva en el mercado invernal si se quieren solucionar muchos de las carencias que tiene el equipo, aunque otra cosa será el margen de maniobra que habrá en lo económico, que a tenor de como quedó confeccionada la plantilla este verano se presupone que será poco.