Ser o no ser: la respuesta, en catorce semanas

Abramovich, el forero de carlosbelmonte.com no el magnate ruso, nos ofrece el comentario semanal.
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No puedo decir que he asistido esta tarde al peor partido de fútbol que le recuerdo al Albacete Balompié en su estadio, en nuestro Carlos Belmonte. He visto cosas mucho peores, jugadores con menos clase, entrenadores que no sabían dónde tenían la mano derecha, directores deportivos que se reían de la grada, presidentes que no sabían hablar.
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Impotencia. La imagen de Jesús Cabrero refleja la situación perfectamente (La Verdad)
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No creo que merezca la pena analizar el ¿juego? de Merino, constatar que un jugador joven y, aparentemente, con proyección como Pablo Gil se ha arrastrado literalmente como un jugador de vuelta de todo; no merece la pena recordar que en tantos momentos de este partido me vinieron a la cabeza los “tres mosqueteros” que aquella temporada infausta nos calzó el taimado Lendoiro. Si algo recordaré de una tarde que es necesario olvidar, es una cara; conforme bajaba de mi ubicación crucé la mirada con un ilustre exjugador del Alba. Él no me conoce, yo le he visto ascender a mi equipo; mirada perdida, gesto que buscaba respuestas que nadie alcanza, a estas alturas, ni siquiera a vislumbrar. (Imagen: Gente)
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Tengo que respetar profundamente a quienes pagan una entrada o un abono; muchas veces he mostrado mi desacuerdo con los que hacen dogma de cómo debe ser una afición, de cuál es la mejor forma de alentar al equipo; he discrepado de los que me dicen que si voy a un sitio u otro del campo no soy del Alba, que si como pipas o pienso que CR9 no lo hace mal jugando a esto, soy peor aficionado que el que canta o berrea.
Sin embargo, hoy mostraré mi disconformidad con el calificativo de mercenarios que se aplicó a los jugadores locales en diversas fases de la tarde aciaga de hoy. Me parece suficiente con observar que no realizan su trabajo con las virtudes que adornan al profesional de cualquier ámbito de la vida. Tampoco, a pesar de que hubo momentos en que los centrocampistas del Celta manejaban el balón con la prestancia y el empaque del mejor José Tomás con la muleta en la mano izquierda, me convencieron los olés de un sector de la grada al juego de los vigueses.

Creo, con la mayor sinceridad y honestidad de que soy capaz, que no es momento de trazo grueso ni brocha gorda; ni consignas huecas ni insultos gratuitos. Me pregunto si a todos nos preocupa con la misma intensidad que nuestro equipo esté, a día de hoy, más cerca de la desaparición que nunca en los últimos tiempos. Si es así, son los dirigentes quienes deben canalizar la preocupación; a ellos corresponde evaluar el escenario en que nos encontramos y dar valor a cualquier posible respuesta. Todavía quedan catorce semanas.