Despertando del mal sueño

Desde el principio, dejaré clara mi postura de manera inequívoca: la próxima temporada volveré a adquirir mi abono de preferencia del Albacete Balompié. Hace sólo doce meses tenía la intención contraria; hoy día, sin embargo, mi apego a los colores sigue siendo el que nunca debí perder. 

El Alba celebra su salvación en Cartagena

El Albacete celebra la permanencia tras una temporada para olvidar

Y todo a pesar de que, lo que hoy debería ser resaca festiva no es, bien que lo siento, sino regusto agridulce. El partido de Cartagena, y la ostentación de un resultado sonrojante, por lo extraordinario, nos lleva a descreer de la limpieza de una competición siempre bajo la lupa de la sospecha y, hoy más que nunca, tocada por la evidencia de que el descenso se jugó, y se decidió, en Montilivi, el único estadio en el que había, verdaderamente, puntos en juego. Numancia, Nástic, Celta y Villarreal B merecen para mí el mismo respeto que el Efesé. Se observa, por lo tanto, que la temporada duró sólo cuarenta y un partidos, y para el Elche treinta y nueve. Federación y Liga han demostrado que sus sesudas reuniones, en las que se hace creer que se dilucida el futuro de los dineros y de las reglas de la competición, no son sino vulgares casinos en los que, bajo la indecente denominación de “pactos entre caballeros” se encubren mafiosos apretones de manos.

De aquellos polvos crecieron estos lodos; de la velada tolerancia con la que se asumen las primas a terceros, incentivos por ganar tan prohibidos como aclamados por quienes los dan y los reciben, han surgido más que nunca las ayudas por perder, los pagos por dejarse caer de una alineación o, con indisimulada complicidad, los sobres y bolsas con euros contantes o sonantes. En el caso del Albacete, los rumores sobre el reciente partido del Rico Pérez deberían sustanciarse, por parte de la directiva, con medidas rotundas.

Atacar el problema de la corrupción galopante en la que no solamente han entrado directivos, árbitros y jugadores sino que han sido también representantes e intermediarios a quienes se señalan con el dedo, debe convertirse en prioridad de quienes tengan voz en los órganos en los que reside la jurisdicción y la potestad para erradicarlo. Si no ocurre así, podremos vernos mañana en la tesitura de la que ayer salimos indemnes sin tanto éxito.

Aunque fue el Real Murcia el que descuadró muchas de las predicciones, y en particular la que, de manera tan despreocupada como indecente, expresó Ubaldo González en el medio desde el que los afines al anterior consejo vomitan su mal estilo, nadie dudaba de que Cádiz y Real Unión caerían en el pozo de la Segunda B. Desde mi casa observaba cómo se sucedían los resultados previstos como un reloj. Nervios y sufrimiento que pasaron a mejor vida con el tercer gol de Stuani, a partir del cual empecé a mirar cómo el Girona era el gran damnificado por una conjunción de resultados increíble, si tenemos en cuenta la trayectoria reciente de los equipos implicados. Sólo Teixeira Vitienes, quizá en un arranque de honradez de los que hay pocos, intentó salvar el desaguisado con un penalti algo dudoso que dio con los huesos de los vecinos murcianos en la fosa de Segunda B. El neocantonalismo cartagenero hizo el resto, y la fiesta en el Cartagonova volvió a dejar asomar lo surrealista del llamado “hermanamiento” de las aficiones. Si la circunstancia es al revés, a mí no me hubieran dolido prendas en reventar verbalmente a mi equipo, pero está visto que los valores de la competición y el “fair play” hay que dejarlos a un lado cuando hablamos de fútbol.

 

Consejo de Administración del Albacete Balompié

El Consejo de Administración del Albacete haciendo balance de una temporada con más errores que aciertos

Pensando en lo que se nos viene encima, hagamos crítica constructiva a los que merecen el reproche y la exigencia de actuación responsable. Al consejo de administración que erró el tiro y jugó con fuego por un delirio de grandeza de quienes regresaban al mundo del balón después de años de ostracismo. Candel, Palazón y Copete pecaron de arrogancia y tuvieron en vilo el futuro de la entidad. En su favor, restablecieron las relaciones con la prensa y desterraron el tono desabrido y prepotente de sus antecesores. Ahora bien, con el apoyo de la gran mayoría de acciones de la SAD, les corresponde ahora afrontar el reto de una temporada bajo la fiscalización de los administradores concursales, lo cual no será plato de gusto. Sería deseable que también asumieran el desafío de la propia afición, que ha dado un paso al frente y lecciones de madurez a través de su comportamiento, tanto a nivel de animación como al de reflexión e iniciativa a través de medios y foros. Una campaña de abonos innovadora, con reducción drástica de precios en aras de una verdadera masa crítica de abonados, debería ser una prioridad en el diseño de la próxima temporada. De la confección de la plantilla y de la dirección deportiva se ocuparán con profusión todos los que tienen algo que decir en este club en las próximas semanas.

Por último, cabe la más severa de las reprobaciones a los miembros del anterior Consejo, cuya actitud en tiempos recientes no se ha correspondido en absoluto con el aliento común de medios y afición, empeñados incondicionalmente en evitar la catástrofe que hubiera supuesto el descenso. Resulta discutible que las voces afines a los extintos Bandera Blanca (afortunadamente defenestrados) confluyan en tertulias de esperpento y muestren sin género de dudas que no han terminado de asumir que la masa accionarial les diera una merecida patada en el trasero. Pero lo que es absolutamente inaceptable es que sea el propio expresidente del Consejo el caudillo de una auténtica “corte de los milagros” que hace el ridículo más absoluto cada vez que argumenta, bajo el revanchismo y la ignorancia, las presuntas buenas prácticas de su equipo directivo. Que sigan preguntando por los Rolex; los buenos aficionados volveremos a hacer votos por que sea esta temporada, la que viene, la de la tranquilidad, la de volver a vivir tardes como las que siempre recordaremos en el Carlos Belmonte, con nuestro Alba.